No sé que tan digno de contarse sea este relato, pero como dije antes, este espacio es sólo un arma para plasmar mi pensamiento y mis vivencias, por lo cuál lo voy a contar tal y como sucedió.
Todo comenzó la noche de ayer, cuando un grupo de amigos y yo decidimos reunirnos a celebrar nuestra amistad, sin una razón aparentemente poderosa, simplemente por el gusto de pasar un buen rato juntos, como en la mayoría de los festejos juveniles, no podía faltar una pequeña botella de licor que amenizara nuestra reunión. Esta botella resultó ser la causa de una experiencia bastante fuerte, ya que se nos hizo muy fácil consumirla dentro de nuestra propia escuela, el resultado de esta estupidez fue que nos pidieron amablemente que nos retiraramos de la escuela si queriamos ingerir esa clase de productos.
Es bien sabido por cualquier estudiante de la UNAM que "el paseo de la salmonela" por las noches se convierte en una especie de bar de mala muerte donde se reunen estudiantes de todas las carreras a celebrar la buena o mala finalización del día, por lo que decidimos emprender camino hacia este recinto, donde seguramente podriamos estar a gusto sin ser turbados por la seguridad de la UNAM.
En esto estabamos, cuando de pronto pasan frente a nosotros unos compañeros advirtiendo que la policía venía en camino, todos, incluyéndome, nos desentendimos y seguimos en lo nuestro, sin esperar que 10 minutos más tarde llegarían dando la vuelta al callejón (tan oscuro como sólo la noche puede serlo)aproximadamente unos 30 elementos policiacos de la secretaría de seguridad pública que no aparentaban intenciones de dialogo, sino que su manera de caminar era completamente intimidante.
Emprendimos la huída, tomando las mochilas a un hombro y corriendo a todo lo que nuestros pies nos permitian, esquivando por una parte los botellazos y por otro lado las ofensas que se dejaban caer sobre los policias, que más que procurarnos seguridad, cumplian con el papel de reprimirnos.
Como pudimos entramos a territorio puma, dónde no podiamos ser atacados por los azules y sentiamos una gran protección, como estar en casa.los botellazos y los gritos no pararon sino hasta el paso de unos veinte minutos cuando se retiraron las fuerzas policiacas, dejandose oir un "goya" realmente estruendoso.
Ya habiamos librado nuestra seguridad, pero aparentemente aún mereciamos un castigo, ya que las patrullas de seguridad UNAM nos esperaban ansiosas, sólo esperando que a alguno se le ocurriera abrir la boca demasiado para ser castigado.
Mis amigos y yo optamos por caminar hacia nuestro clásico punto de encuentro, pero cuando llegamos ahí, nuestra pequeña botella de licor se encontraba completamente vacía y nosotros más que alcoholizados, nos encontramos en un estado de éxtasis natural que la drenalina nos proporcionó.
Y todo por una puta botella!!!
Todo comenzó la noche de ayer, cuando un grupo de amigos y yo decidimos reunirnos a celebrar nuestra amistad, sin una razón aparentemente poderosa, simplemente por el gusto de pasar un buen rato juntos, como en la mayoría de los festejos juveniles, no podía faltar una pequeña botella de licor que amenizara nuestra reunión. Esta botella resultó ser la causa de una experiencia bastante fuerte, ya que se nos hizo muy fácil consumirla dentro de nuestra propia escuela, el resultado de esta estupidez fue que nos pidieron amablemente que nos retiraramos de la escuela si queriamos ingerir esa clase de productos.
Es bien sabido por cualquier estudiante de la UNAM que "el paseo de la salmonela" por las noches se convierte en una especie de bar de mala muerte donde se reunen estudiantes de todas las carreras a celebrar la buena o mala finalización del día, por lo que decidimos emprender camino hacia este recinto, donde seguramente podriamos estar a gusto sin ser turbados por la seguridad de la UNAM.
En esto estabamos, cuando de pronto pasan frente a nosotros unos compañeros advirtiendo que la policía venía en camino, todos, incluyéndome, nos desentendimos y seguimos en lo nuestro, sin esperar que 10 minutos más tarde llegarían dando la vuelta al callejón (tan oscuro como sólo la noche puede serlo)aproximadamente unos 30 elementos policiacos de la secretaría de seguridad pública que no aparentaban intenciones de dialogo, sino que su manera de caminar era completamente intimidante.
Emprendimos la huída, tomando las mochilas a un hombro y corriendo a todo lo que nuestros pies nos permitian, esquivando por una parte los botellazos y por otro lado las ofensas que se dejaban caer sobre los policias, que más que procurarnos seguridad, cumplian con el papel de reprimirnos.
Como pudimos entramos a territorio puma, dónde no podiamos ser atacados por los azules y sentiamos una gran protección, como estar en casa.los botellazos y los gritos no pararon sino hasta el paso de unos veinte minutos cuando se retiraron las fuerzas policiacas, dejandose oir un "goya" realmente estruendoso.
Ya habiamos librado nuestra seguridad, pero aparentemente aún mereciamos un castigo, ya que las patrullas de seguridad UNAM nos esperaban ansiosas, sólo esperando que a alguno se le ocurriera abrir la boca demasiado para ser castigado.
Mis amigos y yo optamos por caminar hacia nuestro clásico punto de encuentro, pero cuando llegamos ahí, nuestra pequeña botella de licor se encontraba completamente vacía y nosotros más que alcoholizados, nos encontramos en un estado de éxtasis natural que la drenalina nos proporcionó.
Y todo por una puta botella!!!
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